El juramento de un libertino by Stephanie Laurens

El juramento de un libertino by Stephanie Laurens

autor:Stephanie Laurens [Laurens, Stephanie]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1998-10-01T04:00:00+00:00


Capítulo 14

UNA vibración profunda y constante despertó a Vane en la hora fantasmal que precedía al amanecer. Abrió los ojos y se esforzó por distinguir formas en aquella luz mortecina, pero tardó un minuto entero en comprender que la vibración procedía del calor que pesaba contra el centro de su pecho.

Era Myst, hecha un ovillo justo en el hueco que quedaba debajo de su esternón, mirándolo a la cara sin pestañear con sus ojos azules.

Y ronroneando de un modo capaz de despertar a un muerto.

Entonces reparó en otra fuente de calor, el suave cuerpo de mujer acurrucado contra su costado. Miró a ambos lados. A las claras se veía que Patience estaba acostumbrada al tremendo ronroneo de la gata, porque para ella no parecía existir el mundo.

No pudo evitar la sonrisa que curvó sus labios. Menos mal que estaba dormida; a pesar de los altibajos del día anterior, sobre todo los bajos, dominaban su mente los altos, en concreto el último.

Darse media vuelta y hacerle apasionadamente el amor a Patience había sido de lo más acertado. Magistral, aunque no forzado. Si presionaba en exceso, ella se aferraría a sus posiciones y no cedería, y él no sabría jamás qué era lo que la hacía rechazar el matrimonio.

En cambio, de esta forma podía complacer sus sentidos, aplacar las ansias de sus demonios y envolver a Patience en una red de sensualidad que, con independencia de lo que ella pudiera imaginarse, era tan fuerte como la red que ella había tejido, aun sin ser consciente de ello, alrededor de él. Y en la tarea de ir tejiendo nudo tras nudo la red que la ataría a él, se iría ganando su confianza poco a poco, con cuidado, hasta que al fin Patience se fiara de él.

Y entonces sólo sería cuestión de matar el dragón particular de Patience y liberarla. Así de simple.

Su sonrisa se tornó irónica. Luchó por dominar una risa cínica. Myst no apreció el movimiento de su pecho, sino que le clavó las uñas, lo cual cortó en seco el ataque de risa. Vane la miró ceñudo, pero, dada la preciosa ayuda que le había prestado la noche anterior, no la expulsó de su confortable asiento.

Aparte de todo lo demás, él mismo se sentía cómodo, fuera de toda duda: estaba acostado en una cama caliente con la mujer que quería por esposa, la cual dormía apaciblemente a su lado. En aquel preciso momento no se le ocurría ninguna otra cosa que deseara más en el mundo, aquel remanso de paz lo tenía todo. La noche anterior había confirmado, más allá de toda sombra de duda, que Patience lo amaba. Quizás ella no lo supiera… o quizá sí, pero a lo mejor no quería reconocerlo, ni siquiera ante sí misma. No estaba seguro de aquellos detalles, pero sabía la verdad.

Una dama como Patience no podía entregarse a él, aceptarlo en su cuerpo y amarlo como había hecho ella, si en el fondo de su corazón no le importara nada. Hacía falta



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